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Para quien quiera saberlo, he aquí el secreto de la felicidad:

Tener el corazón puesto en Dios y a Dios en el corazón, porque quien tiene el corazón puesto en Dios, vive en Dios, y Dios en él. 

Y como esa persona tiene a Dios en el corazón, nada le falta, nada más busca, nada más quiere. Vive ya el Cielo en la tierra, esté donde esté, esté como esté, esté con quien esté. En efecto, "Dios es amor, y el que permanece en el amor, permanece en Dios y Dios en él" (1Jn 4,16). 

Por eso, la medida de la felicidad depende de la medida en la que el corazón está puesto en Dios. El resto se sigue de aquí. 

Y quien no entiende esto, o bien tiene a Dios en poco, o bien, no tiene el corazón realmente puesto en Dios.

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