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Ya existe una ley: repasémosla

Nuestro curso se caracteriza por ser breve, sencillo y tradicional.

A propósito de la actual votación sobre el aborto, recordémosle a algunos desmemoriados, que no hace falta discutir ni votar nada: ya hay una ley, y además, no se la puede modificar.

Hay un Sumo Legislador que se llama Dios. Y para los faltos de memoria, este Legislador ya dejó para siempre sentenciado este asunto del aborto. Dejó los 10 mandamientos escritos, donde encontramos nuestra ley natural explicitada, nuevamente, para los desmemoriados, (mejor dicho, los que se hacen los tontos)

Esta ley, por lo tanto, lejos de tener un número largo como "26.529", posee una nomenclatura muy simple: "5"

Hoy, para mis queridos lectores del blog, vamos a estudiar la ley número 5 de nuestro Supremo Legislador, que es la única que nos interesa en estos momentos.

El quinto mandamiento es: No matar

Prohíbe hacer mal a sí mismo o a otro, de hecho, dicho o deseo. Por consiguiente prohíbe el homicidio, suicidio, riña, duelo, heridas, golpes, injurias, las imprecaciones y el escándalo.

El quinto mandamiento no sólo prohíbe el matar, sino todo lo que conduce a este crimen, como las disputas violentas o altercados, las palabras injuriosas, la ira, el odio, la venganza y la envidia. 

No es tan fácil guardar bien este mandamiento. Aquí sí, el Gobierno, tan preocupado de que no nos contagiemos de "coronavirus", debería preocuparse por implementar bien esta LEY, y ahí estaría la solución. Pero sigamos...

Sólo Dios es el dueño de la salud y vida nuestras y del prójimo

Sólo Dios puede disponer de las vidas libremente. 

Homicidio es matar a otro.

Nunca es lícito quitar voluntaria e injustamente la vida a otro.

El aborto buscado a propósito es siempre gravísimo pecado. Aquí pecan las mujeres que lo deciden, los médicos que lo realizan, los colaboradores que ayudan, los que votan a favor de esta "ley", los que votan a candidatos políticos que prometen esta "ley", y todos los que hacen apología de este delito con signos externos, yendo a manifestaciones a favor del crimen, con palabras y discursos, con consejos e invitaciones, e incluso "normalizando" el aborto o quitándole su verdadera gravedad. Pecan de manera suprema los supremos pastores de almas que deberían oponerse directamente y no lo hacen, o peor aún, lo promueven. Y no escapan de pecado los que a la hora de enseñar este simple mandamiento de no matar, lo hacen de manera ambigua, tolerando excepciones. Este tipo de asesinato es el peor de todos y el que abre antiquísimas puertas del infierno a demonios que hasta ahora no habían sido soltados, y que causarán enormes daños a la humanidad.

Es lícito matar a otro

1º En caso de legítima defensa, si no hay otro medio.

2º Cuando se combate en guerra justa.

3º A un criminal, por orden de la autoridad pública. Sólo la autoridad pública (nunca la privada) puede castigar a un criminal con la muerte. En el caso de gobernadores que delinquen con este crimen del aborto, sin que exista autoridad alguna por arriba de ellos que los corrija, deberíamos tener un candidato listo que lo suplante en su función, con las cualidades y aptitudes necesarias, como para proceder a ejecutar al actual gobernante criminal.

Suicidio es darse la muerte a sí mismo deliberadamente

Nunca y por ningún motivo es lícito quitarse directamente la vida.

El suicida es un cobarde desertor que huye de la batalla de la vida; no tiene valor para sobrellevar las contrariedades.

El suicidio es un crimen horrendo. Sólo la locura o la irreligión pueden inducir a cometerlo. El suicida, para librarse de las penas temporales, cae en las eternas del infierno. Es peor una hora de infierno que muchos años de penas, las más tremendas en este mundo.

El buen cristiano, para remediar sus penas, acude, no al suicidio, sino a la ferviente oración, pidiendo a Dios que le libre de ellas o que le dé fuerzas para sufrir con paciencia. El que sufre y muere resignado como Dios quiere, es el soldado valiente que muere en el campo de batalla: su alma ceñirá la corona de gloria eterna.

Es lícito, e incluso es acto de heroísmo, exponerse a la muerte por una causa justa: como asistir a los enfermos apestados, ceder a otro el salvavidas en caso de naufragio, etc. 

Hay obligación de poner los medios ordinarios para conservar la salud. Pecan los que se exponen a perder la salud o la vida sin justa causa; los que se entregan a la gula comiendo y bebiendo con exceso, etc. 

La embriaguez y las drogas

Este vicio tan detestable convierte al hombre en un ser abyecto.Trastorna su razón, asemejándolo a los brutos; acorta su vida; arruina sus intereses; lo expone a cometer cualquier crimen; destruye la paz del hogar; produce un sin número de males.

El duelo

Riña es la pelea sin premeditación, pero el duelo es un combate con armas mortíferas, entre dos personas que previamente se han puesto de acuerdo para fijar el momento, lugar y armas para pelear. 

El duelo, hecho por autoridad privada, es siempre ilícito, aún a los militares. El duelo hecho por autoridad pública puede ser lícito en el mismo sentido que la guerra. 

Los que matan de duelo son más criminales y asesinos que los que matan en riña, ya que hay premeditación. El duelo es una acción injusta y bárbara, y por tanto no puede reparar el honor. Hay excomunión para todo el que voluntariamente toma parte en un duelo, aun como médico o espectador que ha ido de propósito. De más está decir que la misma pena se aplica a los aborteros.

Disputas violentas o altercados 

Se originan casi siempre por cosas de ninguna importancia y suelen terminar en insultos y peleas. En las discusiones, cada uno debe defender su parecer sin discordia y con caridad cristiana. 

Maldecir 

Maldecir es pedir para sí o para otro algún mal grave.

Pecan gravemente:

1º Los que maldicen con deseo de un mal grave.

2º Aun sin tal deseo, los padres y superiores que maldicen delante de sus inferiores por razón del escándalo que ocasionan. 

El desearse la muerte a sí mismo generalmente no es pecado mortal, porque uno se la desea para no sufrir tanto; suele ser una falta de paciencia. Puede uno desearse la muerte lícitamente: 1º Para no ofender nunca más a Dios. 2º Para poder ver a Dios y gozar de las delicias infinitas del cielo. 3º Para no sufrir las miserias de esta vida, resignándose, no obstante, a la voluntad de Dios.

Escándalo 

Escándalo es dar al prójimo con algún dicho, hecho u omisión culpables, ocasión de pecar. El que comete el pecado de escándalo roba a Jesucristo las almas que le han costado la sangre y la vida. Pecan de este modo, como hemos dicho, los que incluso por omisión, están a favor del aborto. "El que calla, otorga".

El Divino Redentor dijo: “¡Ay de aquél  que cause el escándalo! Mejor fuera que le ataran una piedra de molino al cuello y lo arrojaran al profundo del mar”.

El que ha dañado al prójimo, corporal o espiritualmente, debe, si puede, reparar el mal causado.

Perdonar

El quinto mandamiento nos manda perdonar a nuestros enemigos y querer bien a todos. El perdón de los enemigos consiste en no quererles mal y en darles las señales comunes de amistad. 

Jesús ha dicho: "Perdonad y seréis perdonados: con la misma medida con que midiereis, seréis medidos". Para darnos ejemplo, Él, estando en la cruz, perdonó a los que le escarnecían, diciendo: "¡Padre, perdónalos que no saben lo que hacen!"

Perdonemos, pues, de todo corazón; hagamos bien a los que nos hacen mal, y así alcanzaremos la divina misericordia.

Conclusión:

Estimado Presidente, queridos hermanos y hermanas, compatriotas que se dejaron engañar por Satanás acerca del "derecho" al aborto: ¡no sean tan cortos de entendimiento! Ya existe una LEY INMUTABLE sobre este tema, y es sumamente simple y fácil de aprender: Ley número 5: NO MATARÁS.


Luis María

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